las flores de la mancha

I

Ya terminó la primavera ¿Cuántas tenemos aquí afuera? ¿Tres? ¿Cuatro?
¿Cuántas más podremos estar aquí? La armadura se me oxida,
el hambre es ruina, machaca mis tripas y las de Sancho que cada vez tiene menos panza,
y rocinante noble corcel, no creo que le quede mucho en este mundo.
Cuánta vida caminé, caballero con rota armadura sentado en esta piedra veo el campo infinito,
la mancha de tierra de hierba verde y seca, los pueblos escondidos en las montañas
y la gente, tan cruel pero tan buena, que Dios los cuide porque cada vez yo puedo menos,
la primavera termina pero las malditas flores no cesan.

Sobre una piedra reposa Alonso Quijano, lleva horas despierto esperando el amanecer,
no puede dormir, son tantos los pendientes, los gigantes por vencer, las doncellas que rescatar
y lo que él quiere es volver a su comarca, colgar la armadura y quizá a Dulcinea,
pero con cada día, su esperanza se va apagando, ahogando entre pétalos de una maldita primavera.
Alonso tose con la fuerza de un viejo, de su pecho escupe pétalos, girasoles, rosas, margaritas y flores silvestres sin nombre.

Cada vez está peor, cada vez son más vivas, más coloridas,
me arrancan la vida que me queda,
maldita enfermedad del oriente, enfermedad del alma.

Alonso no quiere hablar mas, hoy no es su mejor día, sólo recita sus oraciones
como caballero jurado, el amanecer se tarda y cuando se le acaban
empieza a recitar de memoria los libros que conoce, los de caballeros,
los de los médicos, los de los magos infieles, de los sabios de oriente,
libros que no sabe cómo encontró o si fueron ellos quienes lo encontraron.

–Maestro, ¿No durmió?
–Los locos no necesitamos dormir Sancho, prepara lo que tengamos, hoy iremos a Morada.

Comen lo que tienen, carne seca mojada en aceite metida en medio de un pan
que apuran con agua de algún arroyo, montan sus animales y comienzan su andar,
Sancho quiere hablar, sabe que algo le pasa a su maestro pero El Quijote sólo le da largas;
Sancho es un hombre simple pero hasta él ve la sombra de la muerte en su maestro,
lo ve en las huellas que deja donde crecen las flores.


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